El Templo de Confucio pasa casi desapercibido. Aunque no puede compararse con los grandes conjuntos monumentales de la ciudad, tiene una serie de características que le hacen especialmente interesante. Fue fundado en 1302 bajo la dinastía Yuan y en realidad, más que un templo, era el lugar donde se reunían los que aspiraban aprobar el examen imperial para estudiar y hacer ofrendas a Confucio pidiendo el éxito de sus exámenes.
Es un recinto que destaca por la paz que reina en su interior, así como por los enormes árboles centenarios que hay en su patio. Además de algunos de los árboles más ancianos de Beijing, hay un buen número de pabellones con estelas imperiales, todas sobre enormes tortugas, como manda la tradición.
La sala más importante alberga una buena colección de instrumentos musicales antiguos. Tal vez el lugar más importante sea el pabellón donde se conservan varios cientos de estelas de piedra en las que están grabadas las enseñanzas de Confucio.